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En Loreto, un botón de muestra

 

Opinión de Osvaldo Avila Tizcareño

En mi colaboración anterior daba cuenta de las dificultades que enfrentamos ante la renovación de la administración estatal y de los 58 municipios pues a casi cuatro meses del cambio de estafeta no quedaba otro camino que la paciente espera y con la llegada del nuevo año acudir a solicitar atención a las peticiones.

Dando seguimiento a mi llamado, en el gobierno estatal y los diversos municipios hemos retomado la gestión ante los pliegos petitorios expuestos, la respuesta ha variado y en algunos casos hay atención inmediata y se plantea que en un futuro cercano se podrán resolver algunas de las demandas enarboladas, tal es el caso de Vetagrande, Villanueva  y  Pánuco; en otros hemos sostenido reuniones con funcionarios en las que hay dialogo, buen trato, pero nada de soluciones, así sucede en Guadalupe o Fresnillo; y casos en los que no hay diálogo y menos soluciones la lista es larga, pero por el momento no es necesario ocuparnos de ella.

Como parte de esa gestoría acudí hace unos días al municipio de Loreto, casualmente en el trayecto escuchaba como en la radio el conductor del programa de noticias se refería con energía a la actuación de los funcionarios que hoy estaban en el cargo público, quienes antes de su arribo hablaban de soluciones inmediatas a todos los problemas, pero hoy solo tenían justificaciones y lamentos; “donde muchos de ellos no tienen ni diagnóstico, ni propuestas concretas, solo evasivas y rollos reiterativos”, desde luego que no había un señalamiento concreto, pero era clara la molestia del locutor, postura que refleja el sentir de la mayoría de la población.

Al llegar a las alcaldía referida constaté que no andaba tan errada la exigente  e iracunda voz del comunicador, pues a nuestro arribo a las oficinas del ayuntamiento la respuesta fue que no estaba el presidente Gustavo Aguilar, ni la Síndico, ni algún funcionario que pudiera atendernos, pero afortunadamente a los pocos minutos llegó el titular del ejecutivo municipal y nos convocó a pasar a su oficina.

Luego de la exposición de motivos a cargo de la Lic. Mariana Cancino Joaquín y un servidor sobre el contenido de las demandas enumeradas en el pliego petitorio entregado por escrito a mediados de noviembre documento que contenía solicitudes básicas como acciones de mejoramiento de vivienda, obras de infraestructura y apoyos asistenciales en beneficio de los loretenses organizados en nuestro movimiento, fue que vino la respuesta consistente en exponer las limitaciones presupuestales, los recortes efectuados desde la federación, los problemas recibidos de la anterior administración y terminando con una abundante exposición sobre los programas sociales en apoyo adultos mayores, discapacitados, jóvenes y otros sectores beneficiarios del gobierno federal.

Ante nuestra insistencia sobre la atención de las peticiones debido a que muchos de los solicitantes han pedido su incorporación a los programas federales y a pesar  de cubrir los requisitos no son contemplados, se nos dijo que nuestras solicitudes serían canalizadas al DIF y la Dirección de Desarrollo Económico, situación lamentable porque a pesar de estar con el titular del poder ejecutivo en el municipio, nos remitía con los funcionarios que dependen de él, es decir, “Poncio nos manda con Pilatos”, para que allá nos resolvieran.

Ante la poca posibilidad de avanzar, lo más que pudimos lograr es el compromiso del Alcalde a revisar las peticiones y en una semana retomar el diálogo para dar respuesta de lo que es posible atender. Sin embargo no puedo evitar establecer una analogía entre lo escuchado en la radio sobre las excusas y justificaciones de las recién nombradas autoridades que tenían la solución a todos los problemas y la actitud del presidente municipal de Loreto.

Espero que mi análisis sea errado y se enmiende el camino para que en la próxima reunión haya acuerdos mínimos, de no ser así, no quedará otro camino que denunciar tal situación e iniciar la lucha, ojalá que el caso de Loreto  no sea un botón de muestra de lo que nos espera en otras latitudes.

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