En Zacatecas, México, existe un helado que se ha convertido en toda una institución, la nieve de garrafa. Este delicioso postre es conocido en todo el estado y en otras partes de México, e incluso ha trascendido las fronteras del país para llegar a otros lugares del mundo. Pero ¿cuál es la historia detrás de este manjar?
Todo comenzó en 1940, cuando don Pedro Núñez Arévalo decidió empezar a vender nieve de garrafa, un helado artesanal hecho en casa con una receta casera. En ese entonces, la mayoría de los helados que se vendían eran barquillos o canastillas, pero don Pedro buscaba dar a sus clientes algo diferente y original.
Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de hacer una nieve que fuera representativa de Zacatecas. Tomando como molde las dos torres principales de la Catedral de Zacatecas, don Pedro mandó elaborar cientos de moldes de hierro en los cuales depositaba el relleno de la nieve, y los cuales dejaba en hielo y en barricas de madera para que la nieve tomara forma de conos como las torres.
Así nació la nieve de garrafa, un helado único en su estilo y sabor, y que se ha convertido en toda una tradición en Zacatecas. Aunque algunos le llaman el helado de lápiz, nieve de cuete o pitos de perro, como vulgarmente se dice en tono de broma, Arturo Alejandro Núñez Esquivel, hijo de don Pedro y actual elaborador de la nieve de garrafa, aclara que es helado tradicional o relleno.
Arturo cuenta que él y sus ocho hermanos ayudaban a su padre a elaborar y vender la nieve desde casa, teniendo como lugar de producción la cocina. A pesar de que solo 5 de los 9 hijos del nevero decidieron continuar la tradición, la elaboración de la nieve de garrafa continúa hasta el día de hoy en casa de los padres de Arturo, en la calle Segunda de Matamoros en la ciudad de Zacatecas.
La elaboración de la nieve de garrafa comienza todos los días desde las 8 de la mañana. A esa hora se prepara la mezcla de la nieve de vainilla y se elabora de forma casera la mermelada de guayaba o fresa, y en temporada de calor se les coloca relleno de ate de guayaba o membrillo. Cada helado se hace en su respectivo molde y se elaboran cerca de 300 diariamente. A las 11 horas se concluye el proceso y salen 6 vendedores en carretas pintadas de color amarillo a venderlos a la avenida Hidalgo y a la Plaza Bicentenario.
Para Arturo, continuar con la tradición que su padre le dejó es algo que lo llena de orgullo. “Me siento orgulloso de seguir la tradición que nos heredó mi padre; la imagen que tengo de él es de un hombre trabajador, cargando siempre la nieve en su espalda.”
La historia de El Nilo es una muestra de la importancia de mantener vivas las tradiciones y el legado de nuestros antepasados. Esta nieve de garrafa, que ha sido parte de la cultura zacatecana por más de ocho décadas, es un ejemplo de cómo la creatividad y el esfuerzo pueden dar como resultado algo único y especial.
El proceso de elaboración de la nieve de garrafa es un arte en sí mismo, que requiere paciencia, dedicación y mucho amor por lo que se hace. La mezcla de los ingredientes debe ser perfecta, y el tiempo de congelación, preciso, para lograr la textura y el sabor deseado.
Pero además de su exquisito sabor, El Nilo tiene una historia que contar, una que se remonta a los años 40 y que ha sido transmitida de generación en generación. Es una historia de perseverancia y sacrificio, de un hombre que emigró a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y que regresó con un sueño en mente: crear algo que representara a su tierra y que fuera único en su clase.
Hoy en día, la nieve de garrafa es una tradición que se mantiene viva gracias al esfuerzo y dedicación de la familia Núñez Esquivel, quienes continúan elaborando el producto en su hogar, siguiendo la misma receta casera y utilizando los mismos moldes de hierro que su padre creó hace más de 80 años.
La venta de El Nilo se ha expandido más allá de la Catedral de Zacatecas, y ahora se pueden encontrar vendedores en diferentes puntos de la ciudad, quienes ofrecen este delicioso postre a turistas y locales por igual. Pero más allá de su creciente popularidad, lo que hace de El Nilo una verdadera joya de la gastronomía zacatecana es su historia y su legado cultural.
Es importante valorar y preservar nuestras tradiciones, pues son parte de nuestra identidad como pueblo y nos conectan con nuestro pasado. En un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, es fundamental mantener vivas nuestras raíces y transmitirlas a las nuevas generaciones, para que puedan seguir enriqueciéndolas y haciéndolas suyas.
La historia de El Nilo es una muestra de cómo el ingenio y la creatividad pueden dar como resultado algo único y especial, y de cómo el esfuerzo y la dedicación pueden mantener viva una tradición por décadas. Que esta historia nos inspire a valorar y preservar nuestras raíces y a honrar la memoria de aquellos que nos han dejado un legado valioso.